Una vez terminada esta árdua temporada, es tiempo de analizar lo que ha dado de sí, en términos generales. El curso de la vuelta del público a las gradas, de la vuelta al azul en nuestras camisetas.
En mi caso, parto de la premisa de que hemos conseguido el principal objetivo marcado por el club, es decir, la permanencia. Tengo pensado hacer un artículo con las notas de cada jugador, pero antes de eso, me gustaría poner en contexto lo que ha sido este curso baloncestístico 2021/22 para el Baloncesto Fuenlabrada. Si os apatece acompañarme en este viaje, estáis invitad@s.
Un año donde predominó la igualdad
La Liga Endesa 2021/22 ha sido de las más igualadas que se recuerdan. En verano ya vimos como el nivel de todos los equipos subió de manera considerable, incluído el del recién ascendido Breogán, que contaba en sus filas con un ex NBA como Dzanan Musa.
En nuestro Baloncesto Fuenlabrada parece que las cosas se estaban haciendo bien. Se apostaba por Josep María Raventós como entrenador jefe, su primera temporada completa en la élite, y se renovaba a casi la totalidad del bloque que consiguió la permanencia el año pasado, a excepción de un Melo Trimble que demostró que estaba a otro nivel.
Con un segundo año en la liga de jugadores que ya habían dejado buenos destellos como Obi Emegano, Leo Meindl, Kyle Alexander y Kwan Cheatham, y un par de retoques como los de Dusan Ristic y Sean Armand, parecía que había plantilla para competir. Incluso, muchos pensábamos que este era sobre el papel el mejor equipo en los últimos 10 años.

Pero la cosa empezó un poco torcida. Ziga Samar se fue con su selección en verano, y un golpe le obligó a operarse. Había entrenado duro, y esta circunstancia vio totalmente truncada su puesta a punto. También nos encontramos conque Kyle Alexander lleva a España apenas una semana antes de que comience la Liga Endesa. Y es que al ser contacto estrecho con un positivo por COVID-19 en Canadá, la normativa del país le impedía salir hasta que no hubiese pasado una cuarentena.
Pero no seamos negativos. Uno de los principales activos de este club, su afición, al fin pudo regresar al pabellón Fernando Martín. Eso sí, paulatinamente. 30%, 50% … hasta las últimas jornadas donde incluso la mascarilla ya no era obligatoria. Tras más de 1 año y medio sin poder pisar nuestra casa, pudimos volver a alentar a los nuestros.
La pretemporada dejó luces y sombras. Sin tener el equipo completo, ya se pudo comprobar la igualdad máxima que íbamos a tener en la ACB. Partidos contra Burgos, Tenerife o Baskonia, muchos de ellos resueltos por poco margen. Se apreciaban carencias, pero era pronto para sacar conclusiones.
Un inicio dubitativo. Problemas en el base.
Empezaba lo bueno, la temporada regular. No voy a ahondar mucho los partidos, solo en momentos clave, ya que como sabéis, tenéis un análisis de cada uno de ellos en esta web.
Primer partido en casa ante Gran Canaria … y primera derrota. Mal inicio del equipo del equipo, que perdía por 18 al descanso. Sin embargo, en la segunda parte sacó la casta, y con Obi Emegano, Leo Meindl y Christian Eyenga, se forzó la prórroga, para terminar muriendo en la orilla (87-92). Ni Sean Armand ni Dusan Ristic, los dos nuevos, parecían mentalizados de lo que era la ACB.
No hubo que esperar en exceso para la primera victoria. Fue en la 3ª jornada, de nuevo en casa, y ante MoraBanc Andorra. 7/9 en triples en T3 para Sean Armand, sus primeros 6 sin fallo. El equipo llegó a ganar por más de 25 puntos … y terminó haciéndolo por +13 (91-78). Quién iba imaginar que este resultado entraría a final de temporada en las calculadoras de muchos.
Fuera de casa nos costaba competir. Mucho. Y aquí llegaron 3 derrotas muy dolorosas. Todas ellas sin Ziga Samar pudiendo ayudar al equipo, esta vez por sus problemas de espalda. Tuvimos que hacer experimentos con Sean Armand y Álex López, que no funcionaron.
Contra Obradoiro, la imagen fue muy mala, maquillando al final (93-81). Segundo revés en casa perdiendo contra Burgos en un partido igualado (91-96). El mejor de los suyos, un Suleiman Braimoh que acabó fuera del equipo. Otro partido que podría haber sido fatal si viajásemos en ese momento al futuro. El del famoso «chaquetazo» de Salva Guardia.
Y para mi, el más doloroso, la derrota en Bilbao. Recuerdo perfectamente ese partido. Volvía de un viaje a Asturias, y lo iba escuchado a través de Onda Fuenlabrada en el móvil. Nos enfrentábamos a un equipo que iba 0-5 en la clasificación, no se había estrenado. Pero nos encanta resucitar a los muertos. Un partido que tuvimos ganado, 13 arriba en el último cuarto, y terminamos perdiendo con un parcial final de 30-12.
Éramos uno de los 3 colistas de la competición, junto al propio Bilbao y Betis.
Le lesión de Leo Meindl
Tras la derrota en Bilbao, se lesionaba Leo Meindl en un entrenamiento. De 5 a 7 semanas de baja por culpa de su maltrecho tobillo. En un club pequeño como el nuestro, con escasez de presupuesto, cualquier lesión es fatal para la rotación. Pero más aún la de un titular indiscutible, que en esas fechas, era de los mejores jugadores de la ACB.
Y es que Leo Meindl había mostrado una mejoría en verano en su lanzamiento exterior, uno de sus debes en el anterior curso. Gracias a ello y su carácter, fue el máximo anotador de la pretemporada, y también era el máximo anotador de la ACB en el momento de su lesión, con 17,8 puntos por partido, además de 7,2 rebotes.
Llegó Édgar Vicedo para ayudar, aunque obviamente, no son el mismo nivel de jugador. Por suerte, también una balsámica victoria en casa ante BAXI Manresa (90-82), en un partido muy competido y donde Obi Emegano, el capitán, empezaba a tirar del carro con 23 puntos, jugando casi todo el partido, bien secundado por Cheatham (18) y Alexander (16). Al menos, la vuelta de Ziga Samar daba un respiro a la rotación, aunque no estaba bien físicamente.
Fue el único partido que ganamos sin Leo Meindl. Con un 2-5 en la tabla, llegaron varias derrotas consecutivas. Primero en la pista del F.C. Barcelona (79-69), y después, una muy dolorosa en Murcia (99-76), donde un parcial de 25-5 en el 2º cuarto dejaba entrever un equipo sin alma. Aquí vivimos el famoso «no tenéis sangre en los ojos» de Raventós, que quedará para la posteridad. Hubo toque de atención de los de arriba.
Jugadores como Sean Armand y Álex López quedaron señalados, y tocaba recibir en casa al Real Madrid, mal piedra de toque para intentar cambiar la dinámica. El equipo sacó la casta, hizo un partidazo y estuvo a punto de ganar. Tan solo un triple en el último segundo de Thomas Heurtel (otro defenestrado por su club a posteriori) nos privó del triunfo (85-88). Pero algo hizo click, al menos, la afición si vió ese #FuenlADN del que se presumía en la campaña de abonos, especialmente en Dusan Ristic que explotó con 25 puntos, junto a los 27 de Obi Emegano.
En el siguiente partido, derrota en Málaga compitiendo (90-86), pero la realidad era que, con 2-9 de balance, el Baloncesto Fuenlabrada era colista de la ACB junto al Coosur Real Betis.
Se recupera Leo … pero cae Obi
La victoria era más que urgente. El equipo no terminaba de funcionar. Los problemas de lesiones se sucedían, y para colmo, un tufo a mal ambiente en el vestuario acabó con Sean Armand fuera, uno de los que debieran ser referentes en el equipo.
Visitaba el Fernando Martín el Valencia Basket, otro gallito de la ACB, pero que, tras muchos problemas de bajas, había tenido un inicio bastante irregular. Victoria agónica (88-87) con un canastón de Obi Emegano a falta de 4 segundos, y la esperada vuelta de Leo Meindl con 13 puntos en 19 minutos.
Ya llovía menos. Empezamos a ver los primeros brotes COVID-19 en equipos ACB, pero no fue nuestro caso. Fuimos el último equipo que se mantuvo sano hasta el final, algo que a la postre, creo que nos perjudicó. Sin embargo, pudimos disputar nuestros partidos en Zaragoza (74-85) y en casa ante Lenovo Tenerife (104-96), en un partidazo con prórroga incluída.
Con el equipo al completo, encarrilamos 3 victorias consecutivas que nos situaban en el vagón de equipos 5 triunfos (5 equipos, máxima igualdad) y nos alejaban del descenso, que ocupaban Betis (2) y un sorprendente Burgos (4).
Sin embargo, también fue el último partido de Obi Emegano antes de su lesión, que le dejó 2 meses en el dique seco. Igual que sucedía con Leo Meindl, en este caso Obi Emegano le tomó el relevo como máximo anotador de la ACB, con 17,1 puntos por partido. Una nueva desgracia para el Baloncesto Fuenlabrada.
Llegó al equipo Dragan Milosavljevic, un jugador que fue importante en Europa, le recordamos de Unicaja, pero que llevaba prácticamente 2 años sin competir. Una oportunidad de mercado. Dejó buenas sensaciones en Lugo con 17 puntos, que junto a los 22+7 de Kyle Alexander no fueron suficientes para doblegar a Breogán (97-89), el recién ascendido y uno de los equipos de moda de la ACB.
El parón por culpa de la COVID-19 y racha desastrosa
El 28 de Diciembre disputamos nuestro partido contra Breogán en Lugo. No volvimos a jugar hasta 1 mes después, el 28 de Enero. Primero, los brotes de coronavirus en nuestros rivales, obligaron a aplazar los partidos, y después, fuimos nosotros quienes lo tuvimos, los últimos en toda la ACB, algo que bajo mi punto de vista, trajo implicaciones negativas: fuimos los últimos en ponernos a tono físicamente.
Muchos pensamos que al menos, recuperaríamos a Obi Emegano, pero nada más lejos de la realidad. Sus problemas de tobillo se alargaban, y en Febrero hubo que firmar a Ray McCallum como parche para 1 mes, que ni siquiera cumplió.
Entre tanto, una dura derrota ante Joventut en casa (84-102), donde se vió la falta de físico del equipo. Todos recordamos a Pau Ribas sin saber atarse los cordones. Sin embargo, en este calendario atípico, donde saltamos de la jornada 16 a la 20, se consiguieron 2 importantes victorias en casa ante un gris Casademont Zaragoza (77-55) y un irregular Bicti Baskonia (84-70), en el despertar de Dusan Ristic con 27 puntos y 10 rebotes.
Soplo de aire fresco, colocándonos de nuevo en la zona tranquila de la tabla con 7-11. Pero tocaba visitar al colista de la competición, el Coosur Real Betis, que acababa de contratar a Luís Casimiro y estaba en pleno proceso de reconstrucción de su plantilla. Uno de los partidos aplazados. Los que somos perros viejos del lugar, ya sabemos como acaba la película. El equipo se relaja y nos pintan la cara (99-83).
El siguiente partido, de calendario normal, viaje a Gran Canaria. No es el mejor sitio para cambiar la imagen, ya que nos gusta mucho ir de vacaciones a la isla (y a quién no). Otra derrota abultada (79-60).
Otro partido a recuperar, ante Unicaja en casa. Vista la temporada, era el partido en que el equipo volvía a tomar aire. Sin embargo, metemos 19 puntos al descanso. 19-41. Bochorno absoluto, y derrota contundente, otra más (53-73). El equipo adolece de falta de actitud, y de potencial ofensivo, habiendo sido durante todo el curso uno de los mejores ataques de la ACB. Algo falla.
Vuelve Obi Emegano, ¡Menos mal, cómo le hemos echado de menos! Vamos a Manresa, derrota (99-89) y recibimos al F.C. Barcelona en casa, que nos aplasta (69-86). Una vez más, estamos en problemas en la clasificación, con 7-16 de balance, cerquita de los puestos de abajo.
Comienza a fraguarse «el plan» de la permanencia
Pese a las dificultades clasificatorias, dependíamos de nosotros mismos para obtener la permanencia. De los 11 partidos que nos restaban, 5 eran en casa, y 6 fuera. Varios enfrentamientos contra rivales directos. «El plan» consistía en llegar a los 12 triunfos ganando en casa, donde nos hacíamos fuertes. Y si podíamos rascar algo fuera, mejor que mejor.
La primera piedra de este plan se construyó con el partido en el Fernando Martín ante UCAM Murcia (105-95). La afición comenzó a hacer ver al equipo lo que se estaba jugando. Partido donde casi siempre llevamos la iniciativa, pero en el último cuarto las cosas se pusieron feas (69-73 min. 33). Aquí despertó la grada, y la victoria se quedó en casa, con 30 puntos y 9 rebotes de Kyle Alexander, su mejor partido con nuestra camiseta. Comenzaba la montaña rusa.
Nosotros ganábamos, pero cuidado, los de abajo también. En este último tramo de competición hemos visto un sprint final de Betis con 7 triunfos en los últimos 8 partidos, prórrogas épicas como las de Andorra en casa contra Burgos, y fuera contra Zaragoza, o triunfos como los del propio Casademont Zaragoza en casa ante el F.C. Barcelona. La permanencia estaba muy cara.
Visitábamos la pista de un Real Madrid que había perdido en su feudo contra Valencia, Barcelona, Baskonia y Manresa, racha malísima que también tenía su réplica en Euroliga. Pero ni intentamos competir el partido, algo que me cabreó bastante. Además, en la convocatoria aparece de repente el misterioso caso de Bolong Zheng, un jugador chino que al parecer está entrenando en dinámica de EBA y el primer equipo (guiño, guiño). Perdemos sin tener ninguna opción de sacar la victoria (92-77), pero eso sí, nuestro querido Bolong consigue un 100% en T3 en ACB. ¿Quién puede decir eso?
Seguimos con el plan, y nos visita un Bilbao Basket, que con 7 triunfos seguidos tras ganarnos a nosotros, ya está fuera del fango de los puestos de abajo. Otro partido de infarto. De nuevo, tomamos la iniciativa, pero las cosas se complican. Nos empiezan a acribillar a triples y rebotes ofensivos y se ponen por delante en el último cuarto, igual que Murcia (67-70 min. 33). Por suerte, reaccionamos a tiempo en otro gran partido de Dusan Ristic (23+10), Obi Emegano (17) y Ziga Samar (16), que comenzaba a ganar un peso mayúsculo en el equipo. Sacamos una sufrida victoria (87-82).
En la jornada siguiente, nuevo partido en el Fernando Martín, esta vez ante un rival directo como Monbús Obradoiro. Todos vestidos de negro, homenajeando al Partizan de Fuenlabrada. Quedaron claras 2 cosas: que la afición, sabedora de lo que había en juego, estaba a muerte con el equipo, y que el equipo quería matarnos a más de uno en esta racha de partidos de un infarto.
De ir ganando de 18 puntos en el tercer cuarto, en un partido relativamente plácido y bien jugado (56-38 minuto 22), a recibir un parcial de 0-17 en ese mismo periodo, en tan solo 4 minutos, y ver como a falta de 1:43 para el final del partido, perdíamos de 3 puntos (85-88). Nos temíamos lo peor. Aparecieron Obi Emegano, Leo Meindl y Ziga Samar en los minutos finales para darnos el partido en un final a cara o cruz (93-92).
Llegamos a las 10 victorias con 7 jornadas por disputarse. Muchos nos daban por salvados. Ilusos … poco han visto al Baloncesto Fuenlabrada. Además, de esos 7 partidos, 5 eran fueran de casa, donde sólo habíamos ganado en Zaragoza. Pero el plan seguía en marcha.
Emociones fuertes para la traca final
En los últimos 7 partidos de la temporada sufrí mucho, quizás demasiado. Primero, sabía que nos tocaban 3 salidas fuera de casa seguidas, muy difíciles de sacar. Pero tenía la mínima esperanza de que un triunfo en esos partidos nos daría la tranquilidad absoluta. Viendo los 4 partidos finales, nos iba a dar un infarto a todos, aunque algunos deseaban con ahínco jugársela en Burgos en la última jornada … yo reconozco que no.
Viaje a Tenerife, de nuevo las islas … Pero cuidado, les pillamos de vuelta de Turquía, de una eliminatoria que les metía en la Final Four de la Basketball Champions League, y llegaban sin entrenar. No les hizo falta, juegan tan de memoria que nos pasaron por encima tras el descanso. Derrota 87-74.
Viaje a Badalona, apenas 2 días después. Muy complicado. Derek Willis nos hace un traje. Falta intensidad, seguimos sin competir como deberíamos fuera de casa. Una vez más, Obi Emegano (21) y poco más. Derrota contundente (92-75).
La última parada de estas infernales salidas fue Valencia. Irregulares, habían perdido en Sevilla … hay una mínima esperanza de ganarles, ¿verdad? Pues no, 97-79. Otra paliza, con el equipo sin competir fuera de casa.
Era obvio que la complicación de sacar uno de esos 3 partidos era mayúscula. Sí, lo sabemos, pero es que el resto de equipos de abajo lo estaban haciendo. Los rivales empiezan a sacar victorias. El deshauciado Betis, va como un cohete. El medio muerto Zaragoza, resucita de la mano de Frankie Ferrari. Andorra saca un partido en casa clave en Burgos tras estar medio muerto. Peligro. Mucho. A falta de 4 partidos para el final, nos habíamos vuelto a meter en problemas.
Y volvíamos al Fernando Martín, a jugar en casa. La afición lo da todo. Recibimiento a los jugadores horas antes del partido. Ambiente espectacular como hace años que no se vivía. El rival, un enrachado Coosur Real Betis que salía de los puestos de descenso disparado como un cohete. Fue un partido tenso, donde en ocasiones fallamos, y en otras el arbitraje fue demencial, como se puede ver en este hilo de Twitter de los Fuenlabrada Blues.
El caso es que perdemos. Shannon Evans en modo dios nos destroza, y un abuelo de casi 40 años como Eulis Baez nos da un clinic de inteligencia y ganas en el último cuarto. NOS GANAN (77-82), nos pasan en la clasificación y nos meten en puestos de descenso. Con tan solo 3 partidos por disputarse. Un drama.
La afición sabe que es el momento de dar el do de pecho. Los números salen, seguimos dependiendo de nosotros, pero hay que ganar al menos 2 de 3 partidos. 50 valientes se menten un viaje de ida y vuelta en el día a Andorra. 9 horas para ir, partido, y otras tantas para volver. Partido de máxima urgencia para ambos, teniendo en frente a algunos ex como Franky Solana en la directiva local, Óscar Quintana en el banquillo y Moussa Diagné en la pista. Un partido de nervios, muy disputado, que termina en derrota (92-84).
El descenso parece cada vez más real. Muchos «expertos» nos dan ya por muertos, deshauciados. Quizás con cierta lógica. De estar tranquilos, nos habíamos metido en el fondo de la clasificación con 5 derrotas consecutivas en el momento clave de la temporada. Algunas, ante rivales directos. Quedaban 2 partidos, y había que ganar los 2. Era el momento de la verdad.
El último baile, en Burgos
Con todos devastados, visitaba el Fernando Martín un Breogán sin apenas posibilidades de meterse ya en Playoffs, y por suerte, sin sus 2 mejores jugadores: Dzanan Musa y Trae Bell-Haynes, ambos lesionados. Era una victoria obligada, para muchos, un trámite. Pasase lo que pasase, iríamos a Burgos en la última jornada con opciones de salvarnos, algo que ya era un triunfo tras cómo habían ido los últimos partidos.
Tras un primer cuarto problemático, el equipo sacó el #FuenlADN. Poco a poco fue mandando a lona a un Breogán al que, con el marcador cada vez más en contra, les empezaron a pesar las piernas. Máxima implicación de toda la plantilla y triunfo sólido (88-65), con la última vuelta al ruedo de la temporada en el pabellón Fernando Martín.
En cualquier caso, había que ganar en Burgos si no queríamos depender de terceros resultados. Una derrota nos salvaba si perdían Zaragoza y Andorra. Pero depender de alguien, no suele salir bien. Había que hacer los deberes, aunque fuese en el último momento.
Llegó la hora de la verdad, de los valientes, el último baile. El momento de demostrar si nos merecíamos mantener la cateogría o no. La afición no falló. Nos dieron 150 entradas, pero se desplazó en masa a la capital burgalesa. Recibimiento al autobús con vengalas, como si se tratase de una final por un título… para nosotros lo era.
En frente, esperaban 10.000 personas alentando a su equipo a pleno pulmón. Un Burgos sobre el papel mejor que el nuestro, con jugadores nivel Euroliga, EuroCup, ventanas FIBA de España … y con un desembolso importantísimo durante la temporada para evitar la quema del descenso. Poca broma.
Ya sabéis que yo no quería jugármela en Burgos en la última jornada, pero así fue. Para colmo, estaba de boda, sin poder ver el partido. Con el modo avión puesto en el móvil. Luego pude ver nuestra gesta repetida, porque ¡SÍ, JODER, QUE SOMOS ACB!
Primer minuto y lesión grave de Obi Emegano, nuestro mejor jugador. Había que tirar aún más si cabe de épica. Por suerte, comenzaron a aparecer secundarios como Lamar Peters y Christian Eyenga.
Hasta el descanso, el partido iba de parciales. 31-31 al finalizar los dos primeros cuartos. Con Andorra perdiendo en casa, y Zaragoza ganando con solvencia en Murcia, que se jugaban el Playoff. Lo que os decía, depender de terceros, mal.
Tras la reanudación, el equipo apretó en defensa, y poco a poco, fue tumbando a Burgos en la lona. Una buena racha de triples nos daba las primeras ventajas. Dusan Ristic hizo un magistral tercer cuarto, y Leo Meindl le acompañó en el último, junto a la defensa de todo el equipo, especialmente de un Christian Eyenga clave en este partido. Sus lágrimas al finalizar el encuentro lo dicen todo. Aunque a veces nos desquicie, fue determinante cuando más le necesitábamos. No hay duda de que quiere a este club.

Era el momento de desahogarse, de celebrar en el vestuario, con la afición, dentro y fuera de la pista, y hasta en un área de servicio en el camino de vuelta a Fuenlabrada. En el último partido, en la última jornada, el Baloncesto Fuenlabrada ganó en Burgos, con autoridad (66-83) tras una gran segunda mitad de partido, consiguiendo su 2º triunfo en toda la temporada fuera de casa y salvando la categoría.
Con el objetivo cumplido, el Baloncesto Fuenlabrada afrontará el próximo curso su 25º año en ACB. En un próximo artículo pondré las notas al equipo, siempre desde mi punto de vista. Y después, el verano será largo, seguramente con bastantes cambios en el plantel.

En cualquier caso, espero que hayáis disfrutado de este viaje en esta temporada, la de la vuelta del público a las gradas, la del sufrimiento extremo hasta el último aliento, pero por suerte, con final feliz para nosotros. Salió el #FuenlADN, el Baloncesto Fuenlabrada recuperó el azul, recuperó su identidad. Gracias por estar al otro lado, y que esto quede para el recuerdo de todos.